Se ha prestado mucha atención a la Laguna de los Siete Colores y su cenote asociado, dejando en segundo plano al Canal de Piratas, situado en Bacalar. Sin embargo, este destino natural exhibe una belleza que rivaliza con otros lugares cercanos. Esta «piscina natural gigante» es actualmente uno de los rincones menos visitados en Quintana Roo, aunque en épocas pasadas representó un área de gran importancia para la civilización maya.
El Canal de Piratas, ubicado en los límites de la Laguna de Bacalar y el Río Hondo, desempeñó un papel crucial como canal de comunicación para la civilización maya. Esta importante vía permitía la conexión entre distintos pueblos originarios del norte y el sur, facilitando así el intercambio comercial conocido como trueque.
Sin embargo, con la llegada de los españoles a México, el destino del canal cambió drásticamente. Se convirtió en una ruta comercial entre el continente europeo y la Nueva España, marcando una nueva era en su historia.
Tras su transformación en un pasaje comercial de suma importancia, el canal adquirió un nuevo nombre: el Canal de Salamanca. Su ubicación estratégica lo convirtió en un atractivo tanto para los españoles como, según la leyenda, para los piratas que frecuentaban la zona.
Esta situación provocó un aumento en los ataques entre ambas partes, ya que aprovechaban la relevancia de este punto comercial para explotar la riqueza maderera de la región. Esta madera era utilizada para reparar sus embarcaciones o para construir nuevas, lo que aumentaba la competencia y los conflictos en la zona.