“Tesoros”, así llaman a los huéspedes que se alojan en Islas Secas. Así con ese apelativo nos reciben, acompañado de una refrescante champaña y una toalla húmeda. Y es que aunque el vuelo de México a Panamá no es largo, aproximadamente 4 horas, se tiene que tomar un avioneta privada, propiedad del hotel en el aeropuerto panameño para llegar a Islas Secas. Sin duda la aventura y la emoción comienzan apenas uno se sube a la aeronave.
Cabe mencionar que el exótico resort se encarga de todos los trámites de inmigración y aduana. “Aproximadamente unos 70 min de vuelo”, dice uno de los pilotos. El panorama desde las alturas es el Océano Pacífico en todo su esplendor, al tiempo que, también se puede ver el icónico Canal de Panamá, por el que cruzan muchas de las mercancías que consumimos diariamente.
La avioneta De Havilland Twin Otter Serie 300 comienza a planear, es que el piloto da una ligera vuelta para que podamos ver toda la isla desde los cielos para finalmente aterrizar de manera perfecta y sin sobresaltos, en la pista del hotel. Nuestros anfitriones ya nos esperan para compartirnos los detalles de la exclusiva propiedad que fue reconocido por Condé Nast Traveler como Resort No.1 de Centroamérica.
No es para menos, ya que el nivel de privacidad y exclusividad es solo para unos cuantos, específicamente la isla-resort tiene una capacidad sólo para 24 huéspedes distribuidos, ya sea en cuatro Casitas diseñadas individualmente y tres Casitas con carpa. Nosotros tuvimos la oportunidad de dormir en Casita grande, que además tiene su propia terraza y desde donde se puede, si se desea, tener una clase de yoga al amanecer. Algo que recomendamos al cien por ciento. Consejo hay que reservarla con un día de antelación. Isla Sostenible y de aventura.
Toda de la energía de la propiedad se genera con paneles solares, así como la totalidad de sus residuos alimentarios se compostan y el 100% de las aguas residuales se reutilizan para el riego. Los innumerables arrecifes alrededor de la isla, así como las bahías cristalinas y colinas son el paisaje que se repite, recordándonos que somos espectadores privilegiados de las maravillas de la naturaleza. En este espectáculo natural, además de las confortables y espaciosas habitaciones encontramos Terraza, “el corazón de Islas Secas”, nos dice uno de nuestros anfitriones.
Construido en colaboración con el arquitecto colombiano Simón Vélez, destaca por sus altos techos de paja sostenidos por fuertes bambúes que son el territorio destinado a la comida, donde, además, tienes una vista privilegiada del Océano Pacífico. En este punto vale pena mencionar por qué este archipiélago se llama Islas Secas, su nombre viene del oleaje que sube y baja, ya que, según nos cuentan, cuando es muy baja la marea, se puede caminar entre una isla y otra.
Hay que mencionar que aunque hay un amplio menú para las comidas, el Tesoro( huésped) puede ordenar casi cualquier cosa, ya que una de las prioridades de este exótico lugar es la de hacerte sentir como en casa. Desde ensalada Thai hasta langosta, pasando por pesca del día. No olvides pedir carimañolas, croqueta a base de yuca, un platillo típico de Panamá.
Apenas a un lado de Terraza encontramos Bilbao Bar, que conquista con su estética caribeña, perfecto para disfrutar de un Negroni o una fresca piña colada que dan paso a una tranquila charla sobre las aventuras del día y es que, aunque Islas Secas es sinónimo de tranquilidad, ofrece opciones para aventurarse, como por ejemplo una caminata al interior de la isla para descubrir la rica biodiversidad de la zona, ya que este espacio se considera una zona ambientalmente protegida, según la legislación panameña.
Es la zona más rica y diversa del Océano Pacífico Oriental. Kayak, snorkeling, Seabob e incluso E-Foil se pueden disfrutar. Recomendamos realizar la caminata con Beny Wilson, que es el director de Conservación del lugar. Para planear tu viaje, debes saber que de diciembre a abril son los mejores momentos, mientras que de junio a octubre es temporada de migraciones de ballenas. Descubre este paraíso secreto.