Hay pueblitos pintorescos, cataratas increíbles y parques temáticos adrenalínicos, todos con una característica en común: sus extraños nombres.
Grecia, Alemania y Estados Unidos son algunos de los países que albergan las localidades con nombres más raros.
Pero a diferencia de los dramas del antiguo teatro griego, en los que Medea se venga de Jasón y Edipo mata a su propio padre, la tranquila ciudad de Drama sorprendentemente no le hace honor a su nombre.
Ubicada en la región macedonia del noreste de Grecia se encuentra rodeada de colinas verdes, cascadas impresionantes y kilómetros enteros de naturaleza prístina para explorar.
La zona es conocida por tener las temperaturas más bajas de las que se haya tenido registro en Grecia. Esto ofrece la oportunidad poco usual de esquiar en el monte Falakro, a una hora en auto de distancia.
Kissing, Alemania
Con un nombre como Kissing (que en inglés significa “besar”), podría esperarse que esté lleno de parejas enamoradas paseando de la mano y dándose besos mientras cae el sol.
Si bien es cierto que esta ciudad tiene mucho encanto, no es necesario ser muy romántico ni estar en pareja para disfrutar de esta bucólica localidad bávara.
Ubicada justo en las afueras de Augsburg, una de la ciudades más antiguas de Alemania, en Kissing hay iglesias hermosas y pequeñas, y grandes espacios verdes públicos, ideales para relajarse con el murmullo del agua de fondo.
Para quienes desean explorar las zonas rurales de los alrededores, se puede seguir alguna de las rutas de senderismo o disfrutar de las vistas desde una de las tantas bicisendas. Si la visita a la ciudad es durante los meses de verano, no puede faltar una zambullida en el lago Auensee.
Llanfairpwllgwyngyll, Reino Unido
Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllantysiliogogogoch tiene uno de los nombres más largos del mundo (de 58 caracteres), pero aún así se lleva el segundo lugar después de una colina en Nueva Zelanda, cuyo nombre tiene 85 letras.
Esta ciudad atrae a viajeros de todo el mundo que, aunque no puedan pronunciar su nombre completo, se sacan fotos enfrente de la estación de tren de Llanfairpwll.
De hecho, en 1860 la ciudad cambió su nombre a la versión más corta, Llanfairpwllgwyngyll, para atraer a más turistas. Una posible traducción de esta palabra galesa sería “la iglesia de Santa María en el hueco del avellano blanco, cerca del remolino rápido y de la iglesia de San Tisilio cerca de la cueva roja”. ¡Sin repetir y sin soplar!
Obama, Japón
Parece mentira, pero Obama no tomó su nombre del expresidente de los Estados Unidos. El nombre de esta ciudad costera en japonés significa “playa chica”, y se encuentra en la prefectura de Fukui.
Se volvió conocida en los Estados Unidos después de que se hizo viral el apoyo público a Barack Obama durante las elecciones presidenciales de 2008 y 2012.
Aunque las probabilidades de cruzarse allí con el expresidente por acá son bajas, lo que sí se puede encontrar son souvenirs relacionados con Obama. Para quien guste de la arquitectura tradicional japonesa, le va a encantar el barrio Sanchomachi, que cuenta con casas de té elegantes y la tradicional casa de mercaderes “Sanchomachi Nagata”.
Si prefieren la naturaleza, pueden pasear por la playa dorada o ir en barco hasta Sotomo para admirar los acantilados de granito y los emblemáticos arcos de piedra.
Santa Claus, Indiana, Estados Unidos
Papá Noel, también conocido como San Nicolás o Santa Claus, tiene su residencia en el Polo Norte, pero a unos 6500 kilómetros de allí existe la ciudad de Santa Claus, en Indiana, que recibe miles de cartas todos los años durante diciembre.
En esta localidad hay varios elfos mágicos, un grupo de voluntarios, que intenta responder a cada una de las cartas.
Este alegre lugar también cuenta con el primer parque temático del mundo, inaugurado en 1946 por el padre de nueve niños que quiso crear algo especial para los chicos que visitaban la ciudad con la ilusión de conocer a Papá Noel.
Hoy en día el parque ofrece montañas rusas emocionantes y toboganes para todas las edades, además de espectáculos y eventos especiales.
Hell, Noruega
Bienvenidos al infierno. Aunque el nombre de esta pequeña ciudad noruega probablemente encuentre su origen en la palabra hellir, que significa “cueva” en nórdico antiguo, a los viajeros de todo el mundo les encanta sacarse fotos en la estación de tren de Hell y hacer bromas con un “nos vemos en el infierno”, o sea… en Hell.
En vez de fuego y azufre, en esta localidad tranquila en cambio se encuentran temperaturas frías y calles cubiertas de hielo. Más allá de las bromas con el nombre, el Festival de Blues de la ciudad es un gran atractivo para los viajeros.
Cada año durante la primera semana de septiembre, los amantes de la música de todos los rincones se reúnen en Hell.
Fuente: Ambito