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Conoce los asombrosos puentes vivientes de raíces de árboles

by Yuniet Blanco Salas
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A lo mejor no son los más altos ni más extensos del mundo, pero lo cierto es que una serie de humildes puentes de India, labrados a partir de las raíces de los árboles, son portentos de la ingeniería que, sin duda, son una lección magistral para los constructores modernos.

Los investigadores dicen que estas estructuras poco estudiadas pueden desarrollarse hasta 50 metros y perdurar cientos de años. Estos puentes se alzan a través de ríos y despeñaderos en la meseta montañosa de Meghalaya, en India, enlazando pueblos y permitiendo a los agricultores entrar a sus tierras. Todos están construidos, o plantados, a partir de las raíces aéreas del mismo ejemplar de árbol: Ficus elástica, distinguido como el árbol del caucho.

A diferencia de los puentes hechos con madera o bambú, estos no se echan abajo fácilmente ni se pudren, un problema frecuente en lo que a menudo se refiere a la región más húmeda del planeta. Además, han demostrado ser más duraderos que los puentes de acero actuales, que se corroen y se desbaratan rápidamente en áreas de clima húmedo.

Por tanto, se trata de un proceso perene de crecimiento, desintegración y renuevo, suponiendo un ejemplo muy estimulante de arquitectura regenerativa.

Los puentes son hechos y sostenidos por los lugareños, familias y sociedades de los pueblos indígenas Khasi y Jaintia. Así pues, en muchos casos, un puente puede ser producto de la cooperación entre los residentes de dos pueblos. Por tanto, se trata de una práctica bien enraizada, dando esperanza a que subsista en el tiempo.

Cómo se hacen

El proceso de construcción diverge según los contextos locales y el tramo ambicionado del puente, pero al parecer todos tienen un patrón de construcción similar.

Para ello se siembra una plántula en cada borde del río o margen de un barranco. Una vez que las raíces aéreas germinan, las que crecen por arriba del suelo, se envuelven alrededor de un marco de bambú o tallos de palma y se van llevando hacia la orilla contraria. Una vez que alcanzan el otro lado, se implantan en el sedimento.

Posteriormente, “desarrollan raíces hijas más chicas que se dirigen al banco y al sitio donde se implantan”, expone Thomas Speck, profesor de botánica en la Universidad de Friburgo, Alemania y participante del estudio, divulgado en la revista Scientific Reports, sobre el tema.

Las raíces de Ficus elástica reaccionan a las cargas mecánicas con un desarrollo secundario de la raíz, lo que denota que pueden crear estructuras muy complejas, como puentes firmes y seguros. Las raíces también pueden elevarse juntas y fusionarse, en un desarrollo conocido como inoculación. Así pues, se trata de un transcurso que puede tardar décadas en terminar.

Aunque algunos de los enredados y asombrosos puentes se han transformado en atracciones turísticas, y reciben hasta 2.000 visitas al día, no todos los puentes tienen un uso activo, pues con el paso de los años se han ido estropeando y constituyen algún peligro.

Los especialistas creen que las técnicas empleadas para construir los puentes de raíces vivientes podrían utilizarse también en las ciudades. De este modo, podrían emplearse para dar sombra en las zonas urbanas, una maniobra muy necesaria para hacer frente a la elevación de las temperaturas.
Un modelo podrían ser las marquesinas que abriguen calles y zonas públicas, edificadas de tal manera que no creen un obstáculo de raíces y troncos para los caminantes.

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